INTRODUCCIÓN
Los vínculos afectivos que se crean los primeros años de vida son esenciales en la construcción de nuestra identidad y nuestro equilibrio emocional. Aunque el niño o la niña al nacer dependa totalmente de sus cuidadores, a medida que crecen y se hacen más autónomos siguen necesitando su afecto y apoyo incondicional. La imagen que vamos construyendo de nosotros mismos es el reflejo de lo que nuestros seres más queridos nos devuelven y condiciona las relaciones que tenemos con los demás, nuestra autoestima y la forma de afrontar los problemas. Un vínculo afectivo sano con tu hijo garantizará relaciones futuras de confianza, procurará en el niño mayor seguridad en sí mismo y servirá de “salvavidas” cuando surjan los conflictos. Permite que el niño desde pequeño desarrolle esquemas mentales en los que asocie a sus padres con sentimientos de seguridad, afecto y tranquilidad para poder expresarle cualquier tipo de situación, y sentir esa confianza para poder contarle cualquier dificultad o peligro que sienta que esta corriendo con aquellas personas pertenecientes a su entorno.
El
vínculo y las relaciones con niños y niñas
Los
y las bebés ven sólo imágenes y se “funden” con los demás cuerpos; no
comprenden dónde empiezan y terminan sus cuerpos y sus sensaciones, es decir,
no saben aún diferenciarse de las demás personas. Un niño o una niña aprenden a
reconocerse como seres únicos y diferentes y a reconocer a los otros y a las
otras, a través de las relaciones que establecen. Aprenden, en primer lugar, a
reconocer a las personas adultas más cercanas y, a través de los vínculos que
establecen con ellas, a diferenciar a las personas entre sí. Es común que el
vínculo más fuerte que una criatura establezca sea con su madre. Asimismo,
diferentes prácticas dan cuenta de cómo un padre también puede establecer con
su hijo o hija un vínculo basado en el cuidado y en el intercambio afectivo. Los
maestro y maestras, los abuelos, los cuidadores y cuidadoras, y cualquier
persona adulta que se relacione con las ni ñas y los niños, pueden establecer
vínculos de apego con ellas. El apego proviene de la confianza que sienten por
sus mayores y la seguridad que esta confianza les da. Y son esa seguridad y
confianza las que les permiten abrirse a las demás personas. A través de estos
vínculos aprenden a expresar la afectividad. Por ello, es bueno para su
desarrollo, que tengan más de un vínculo de apego porque supone la posibilidad
de experimentar más estímulos, diferentes emociones y diversas formas de
expresarse. En el periodo que va desde los cero a los dos años, los vínculos
de apego tienen un papel básico. Si la niña o el niño se sienten queridos
aprenderán a querer y querrán mostrar ese sentimiento.
link video: https://www.youtube.com/watch?v=GiAP52fJPNg
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